El final de curso está muy cerca.
Zoé teme su llegada, ¿qué dirán sus padres cuando vean las notas? Seguro que se enfadan. Ha conseguido aprobar algunas asignaturas, pero ha suspendido bastantes y en eso se van a fijar. Sabe que no se ha esforzado todo lo que debía, que ha estado pendiente de otras cosas, ya se lo advirtieron. Sabe que la van a castigar, ya sabe la bronca que le van a echar, se la podrían ahorrar, ya se siente bastante culpable. E impotente porque ahora ya no puede hacer nada. ¿Para qué se va a presentar a las recuperaciones si, como mucho, aprobará una o dos más? Y eso no va a cambiar nada.
Prefiere seguir coleccionando imágenes, escuchando música, viendo pelis, wasapeando con sus amigas o leyendo los libros que le gustan (nada que ver con los rollos que le mandan en el instituto).
Lo peor es que se va a quedar sin verano. Tendrá que estudiar y ella tenía otros planes.
Lo mejor es que puede hacer cosas de ahora en adelante. A partir de ahora mismo.
En realidad, si empieza ahora tiene que replantearse que el curso no ha acabado y que merece la pena el último esfuerzo. A lo mejor algún compañero la puede ayudar.
Después, podrá explicarles a sus padres lo que va a pasar. Será sincera y les dirá las notas que va a traer y cómo se siente por haber sacado esas calificaciones. La verdad es que se siente fracasada y sabe que no ha llevado bien el curso. Les va a comentar sus dificultades para organizarse y ser constante. Pero también se va a mostrar decidida a cambiar. Para demostrarlo, la han visto trabajar estos últimos días, no sabe si va a servir para mucho, pero lo ha intentado. Asumirá las consecuencias.
Resulta que esto era sobre el final de curso y parece el inicio de algo.