miércoles, 8 de julio de 2015

REFLEXIONAR Y ACTUAR

     Zoé se siente hoy confusa, entre motivada y triste. El poema de ayer tiene un mensaje muy claro: hay que responsabilizarse de los propios actos, ser consecuente y no culpar a nadie. Sin embargo, si no hay otro, la culpable de sus fracasos será ella. Eso la desazona mucho.
      Vuelve a leer el poema y parece que se abren un pocos los nubarrones sobre su cabeza. Parece que la buena noticia es que si uno es responsable y consecuente, puede aprender y cambiar, puede hacer lo que quiera hacer. A eso se refiere todo el mundo cuando le habla de los estudios, ¿no? A que actúe como crea ella que tiene que actuar para conseguir lo que ella quiera conseguir. Aunque cueste un poco de esfuerzo, luego merecerá la pena.
     La verdad es que lleva unos días trabajando con la planificación que se ha hecho y le va bien. Ha seguido algunos de los consejos que le han dado y parece que dan resultado. Se plantea objetivos para un día y cuando los ha cumplido queda con sus amigos, se va a la piscina, ve una peli, navega un poco por Internet... Incluso está buscando información sobre los escritores que está conociendo últimamente y leyendo más cosas suyas, solo porque le apetece.
     Está esperando el regalo de su tía para hoy y cuando lo escucha (porque esta vez es una canción) cree que le viene como anillo al dedo...

     Y eso que a ella pensaba que no le gustaba este tipo de música "antigua", pero se fija muy bien porque sabe que su tía no da puntada sin hilo y que algo le quiere decir. No entiende muy bien la letra, pero sí entiende que es animosa y está claro que de vez en cuando necesita volver a motivarse porque pierde un poco las ganas; también entiende "think" y "freedom" que son las palabras que más se repiten en la canción. Y eso es lo que hace que se identifique. Está pensando en lo que quiere hacer y está empezando a actuar en consecuencia. Hacer lo que tiene que hacer le permite sentirse más libre, nadie se mete con ella. Sus padres están viendo que está estudiando y la dejan en paz. Ya les ha explicado cómo se está organizando, así que les cuenta lo que le corresponde para el día y, si descansa o lo deja un rato, nadie va detrás a recriminarle o a recordarle que debe trabajar. Por la noche charlan un rato de cómo se ha conseguido el objetivo. 
     Hasta la han felicitado por algunas de las cosas que ha aprendido o trabajos que ha hecho. Todos se sienten mucho mejor. Se está dando cuenta que es verdad que vale la pena seguir.

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